Cada vez es
más normal conocer personas extremistas. O
blanco o negro…
No tienen
punto medio. O estás muy triste o súper contenta, quieres todo o no quieres
nada… Y no se trata de un estado de ánimo de una mujer, tal y como lo pueden
catalogar algunas personas, sino de una parte de esta sociedad que está
DESEQUILIBRADA.
¿Cuántas
veces hemos oído estas frases?
“…TODOS LOS HOMBRES/MUJERES SON IGUALES… “
“…ES
QUE ME HAN HECHO MUCHO DAÑO…”
Circulan por
todas bocas de forma habitual, como si diciéndolo quisiéramos advertir algo,
catalogando a todas las personas por igual. Dejando el corazón siempre de lado
como si mandáramos en él.
Y yo me
pregunto, en cuanto al tema del amor, ¿dónde está el equilibrio?
Cuando
conoces a una persona automáticamente la analizas. Cuando llevas un tiempo en este mundo de “citas” se podría
decir que en la tercera vez que os veis ya sabes si esa persona te gusta o no.
Si no te gusta continúas tu viaje, pero… ahora viene realmente el “INTRINCULIS”.
¿Y SI TE
GUSTA?
Primero tienes
una sensación de estar en una nube, una nube de la que no quieres bajar, pero
sabes perfectamente que el único camino para volver a tierra firme es SALTANDO.
Dándote de nuevo de bruces contra el suelo. Eres muy consciente de ello, pero
solo hay dos caminos o arriesgas todo o no arriesgas nada, no hay posible punto
medio. No existe el equilibrio porque en el momento que no arriesgas nada no te
mueves, evitas sentir, evitas lo evidente. Y si lo arriesgas todo sabes que es
posible que te hagan daño pero también cabe la posibilidad de que no sea así.
Yo solo
puedo creer que el único punto medio en esta balanza, el gris entre el blanco y
el negro, el EQUILIBRIO se trata ni más ni menos que del MIEDO.
El miedo es
el causante de que en ocasiones no disfrutemos del viaje tan placentero que es
el amor. Sentir miedo puede que nos mantenga en medio de esa balanza, pero yo,
que me considero una persona “desequilibrada” prefiero estar en los extremos. O
te quiero mucho o no te quiero nada, el amor no entiende de medias tintas. A
pesar de que en ocasiones sientas morir de dolor, de que el golpe no haya sido
amortiguado, debes levantarte y seguir. Llega un momento en el que antes de
caer aprendemos a ponernos un casco, porque somos conscientes de que al
arriesgar cabe la posibilidad salir heridos.
Así que no
debemos quedarnos en medio de la balanza porque realmente la única forma
sensata de amar es con LOCURA.